En la Biblia, encontramos relatos que nos muestran cómo la influencia de ciertas personas puede moldear nuestras vidas y determinar nuestro destino. Hay 3 posibles influencias que puedes permitir en tu vida, el primer grupo son LOS UNGIDOS. La historia del rey David, por ejemplo, nos enseña cómo su vida inspiró y transformó a aquellos que se unieron a él en momentos de dificultad.
David, en su huida de Saúl, se refugió en la cueva de Adulam, donde se le unieron personas endeudadas, amargadas y afligidas. Aunque inicialmente podrían parecer personas desalentadas, bajo la influencia de David, se convirtieron en valientes guerreros que derrotaron a los gigantes de Gat. Este es un ejemplo claro de cómo la compañía de los ungidos puede cambiar el curso de nuestras vidas, elevándonos de la derrota a la victoria.
Del mismo modo, Jesucristo inspiró a sus discípulos, transformándolos en hombres capaces de realizar milagros y predicar con autoridad. Su influencia no solo se limitó a enseñarles doctrinas, sino que modeló sus vidas hasta el punto de que fueron reconocidos como “cristianos”, es decir, seguidores de Cristo.
Sin embargo, también encontramos ejemplos de cómo la compañía de LOS PERVERSOS puede desviar nuestro camino. Coré y sus seguidores se rebelaron contra Moisés y fueron juzgados severamente por Dios. Del mismo modo, Josafat se alió con el perverso Acab, lo que resultó en tragedia para su familia y su reino.
Es esencial discernir quién nos influencia. ¿Nos dejamos llevar por la negatividad y la rebeldía, o buscamos la compañía de aquellos que están ungidos por Dios y guiados por su Espíritu?
Pero hay una tercera influencia que puedes permitir en tu vida y que es la más poderosa de todas y es la del ESPÍRITU SANTO, cuando permitimos que Él dirija nuestras vidas, somos transformados y capacitados para llevar a cabo la voluntad de Dios. Como lo experimentaron hombres como José y Daniel, aquellos que son guiados por el Espíritu Santo prosperan en todas las cosas.
Así que, ¿a quién elegiremos seguir? ¿Seremos inspirados por los ungidos, arrastrados por los perversos, o guiados por el Espíritu Santo? La decisión es nuestra, pero recordemos que la influencia que permitimos en nuestras vidas determinará nuestro destino.
